viernes, 26 de diciembre de 2014

Deseos caóticos para un año nuevo

Hacer algo bueno por alguien por que sí, porque te place. Un pequeño deleite gastronómico – si es algo que no puedes comer por salud, más gusto da-. Reír hasta que te salten las lágrimas porque te da la gana. Esos minutos que te tomas después que suenan todas las alarmas y te levantas dormido todavía. El casi imprescindible café de la mañana. Resolver un problema pendiente. Entender algo que te resultaba difícil. Hallar un dinero con el que no contabas, en el momento preciso. Ver el puntico verde encendido de esa persona, aunque no te diga nada. Holgazanear un día, porque quieres, porque te lo mereces. Hacer un trabajo y quedar medianamente satisfecho, porque nunca se queda satisfecho. Recibir una llamada inesperada pero deseada. Acariciar una mascota. Alejarte de hospitales, porque todo contigo y los tuyos está bien. Ponerte la ropa que te queda cómoda, aunque no esté de moda. Escuchar esa música: la que te eriza la piel. Conocer un lugar nuevo o visitar uno que adoras. Conseguir el libro que tanto ansiabas, si te lo regalan, mejor. Leer o escuchar la palabra mágica: ¡Sí! Tropezarte con un viejo amigo o hacer uno nuevo. Cumplir un deseo, un anhelo, una promesa. Recibir un abrazo de oso cuando te sientes solo, desanimado o impotente. Construir lo imposible desde la nada, con tu propio esfuerzo. Alegrarte de que a alguien le va bien, aunque tú estés bien jodido.