No puedo decirte adiós.
Porque soy tu Fermina Daza, el eterno amor de algún Florentino Ariza.
Porque vivo en Macondo, en los tiempos del cólera.
Porque quiero ascender al cielo como Remedios, en cuerpo y alma.
Porque como José Arcadio Buendía, descubro que la tierra es redonda como una naranja, por mi propio discernimiento.
Porque vivo poseída, como tu Sierva María de Todos los Ángeles, por la sed de conocimiento. Aunque me persigan despierta o dormida los ojos de perro azul, deseo tener alguien quien me escriba.
Por eso lo hago ahora, ...
Porque te siento,
Porque no puedo despedirme de alguien que me hizo tan inmensamente feliz.
¡Hasta siempre Gabo!
*Isel Llerena del Castillo