viernes, 23 de enero de 2015

Amigo mayor es quien me ampara.

Para Jordán, mi hermano, el de ojos verdes, lindos como esmeraldas. 

Recuerdo el día en que me describiste a un amigo como un top model, en cambio a él le dijiste que yo era una bruja pero buena persona, fue en la fiesta en casa de Paola por el Capri. Tu estrategia no resultó, el quedó algo prendado sin embargo yo sin muchas vueltas le dije: no eres mi tipo. Pero algo bueno resultó terminamos en buenos amigos, aunque siempre nos sacamos trapos sucios, como una especie de ritual no escrito. 

Karl Marx, teatro lleno, presentación de Antonio Gasalla en Cuba, llegamos tarde por culpa de Yohana, Juan Carlos y Soya. Teníamos platea, primera fila, entramos corriendo, de pronto escuchamos al actor: “¡Alto ahí!, estaba esperando por ustedes para comenzar” Risas, carcajadas y nosotros rojos como tomates. 

Prado, pizas y mojitos. En realidad más mojitos que pizas, nos regañaron por la algarabía, pero estábamos felices porque habíamos cobrado el estipendio, el gran estipendio de estudiantes becados en la preparatoria de Siboney. 

Recuerdo el brillo de tu mirada cuando te dije que mi pintor contemporáneo favorito era Arturo Cuencas, yo no sabía que era tu hermano. Me llevaste ese día a tu casa de 17 donde me di gusto con los originales, mi preferido: el de las gotas de agua que distorsionan la imagen. 

Maelia y Ñico mis papis de Centro Habana, cuantas veces comimos los deliciosos espaguetis que solo tu viejita sabe cocinar. Ñico la bondad personificada, un hombre bueno, ¿qué digo bueno? bonachón, que siempre tenía tiempo para escuchar las travesuras de aquella alborotada tropa, que lo mismo se llevaba las propinas que se dejaban en La Carreta o se iba sin pagar en Coppelia: ¡Que pague el último! Ese que nunca era del grupo. (Hija si estás leyendo esto no imites a tu madre). 

¿Te acuerdas de mi novio celoso, ese que conocí en tu casa? Los intentos que hizo por separarnos, pero nosotros ahí como el chicle. O de aquel otro que me citó a mí y a otra más en la misma fiesta. Bailabas conmigo para que todo fluyera natural sin grandes desastres sentimentales y así fue, terminaste cargando con las dos. 

Me veo parada frente al barco que nos llevaría rumbo a Odessa, me quedé petrificada, no podía dar un paso, tu mano firme, serena, segura, haciéndome reír para que subiera sin darme cuenta. La ciudad de Estambul y la Catedral de Santa Sofía buscaste unos binoculares que le pediste a no sé quién y llegaste corriendo para que no me perdiera un detalle, porque viste angustia en mi cara y solo tú conocías de mi miopía congénita. 

Guardo el libro de álgebra que me regalaste, me parece escuchar tus regaños por mi vagancia con la matemática, de todas maneras sabías que ni tú, ni Ernesto, ni yo estábamos hechos para las ciencias. Pero nosotros ahí, que sí que podemos hacerlo y lo hicimos. 

Nuestro gusto compartido por el rock, pero no cualquier rock, el que nosotros considerábamos bueno y en realidad lo es, el tiempo nos dio la razón. 

Después la separación, solo física, siempre vas conmigo como el chicle que somos. Ahí estuve cuando tu primer niño era pequeño y emprendí un viaje accidentado a Candelaria. Estuve con papi Ñico hasta el final, que no es final, no para mí. 

Te vi en Florencia, caminabas conversando conmigo, hablábamos de esculturas, arquitectura, renacimiento, Dante, hablábamos de lo nuestro, del arte. Caminando despreocupados, sin pensar en nada más, lejos de los horarios como nos gusta estar. 

Te amo, eres mi hermano mayor, el de ojos verdes, lindos como esmeraldas. No he cambiado, soy como soy, tu hermanita pequeña, indisciplinada, irreverente. Sigo sonriéndole a la vida, aunque mis días no sean buenos, sabes que puedo transfórmalos, ese es mi secreto. Si aquí estuvieras hoy me estarías regañando, ¡tengo que contarte tantas cosas! 

Espero verte pronto, cuando se pueda en el parque de 17, ahí nos espera Lennon, para soñar, hablar sandeces y boberías o temas profundos, da igual mientras estemos juntos, “achiclados”. 


PD: Le debo una visita a mi viejita de Centro Habana

viernes, 26 de diciembre de 2014

Deseos caóticos para un año nuevo

Hacer algo bueno por alguien por que sí, porque te place. Un pequeño deleite gastronómico – si es algo que no puedes comer por salud, más gusto da-. Reír hasta que te salten las lágrimas porque te da la gana. Esos minutos que te tomas después que suenan todas las alarmas y te levantas dormido todavía. El casi imprescindible café de la mañana. Resolver un problema pendiente. Entender algo que te resultaba difícil. Hallar un dinero con el que no contabas, en el momento preciso. Ver el puntico verde encendido de esa persona, aunque no te diga nada. Holgazanear un día, porque quieres, porque te lo mereces. Hacer un trabajo y quedar medianamente satisfecho, porque nunca se queda satisfecho. Recibir una llamada inesperada pero deseada. Acariciar una mascota. Alejarte de hospitales, porque todo contigo y los tuyos está bien. Ponerte la ropa que te queda cómoda, aunque no esté de moda. Escuchar esa música: la que te eriza la piel. Conocer un lugar nuevo o visitar uno que adoras. Conseguir el libro que tanto ansiabas, si te lo regalan, mejor. Leer o escuchar la palabra mágica: ¡Sí! Tropezarte con un viejo amigo o hacer uno nuevo. Cumplir un deseo, un anhelo, una promesa. Recibir un abrazo de oso cuando te sientes solo, desanimado o impotente. Construir lo imposible desde la nada, con tu propio esfuerzo. Alegrarte de que a alguien le va bien, aunque tú estés bien jodido.

lunes, 20 de octubre de 2014

I'm a smartphone, I can control your life

Si mi teléfono fuera inteligente, me diría: “no envíes ese texto”. Me preguntaría: “¿Estás completamente seguro de esta idiotez?”

Mi gran conquista tecnológica borrará contactos cuando no sean convenientes, agregará nuevos, de acuerdo a lo que supone que sean mis preferencias. El corrector semántico cambiará las palabras, las frases o el texto completo. O quizás, dependiendo de su configuración, cambiará el destinatario con o sin mi consentimiento.

Lo elegiré por mi temperamento o él me elegirá a mí. Será mi conciencia, mi gurú, mi psicoterapeuta, mi asesor, mi confidente. Todo será tan aséptico, tan calculado, tan inteligente, tan perfecto y tan inerte.

¡Qué nada me aparte de las culpas, la esperanza, la fe, el coraje, la incertidumbre, la ansiedad, la sorpresa, el error, la insensatez, la locura, la distracción, el amor! Me niego a rechazar la oportunidad de sentir las perturbadoras emociones que dejan huella en el paso por la vida. La esencia de la condición humana es su maravillosa imperfección.

¡No cedas el control!

miércoles, 15 de octubre de 2014

Mi canción.

Me preguntaron cuál era mi canción y no supe responder ¿Tengo una canción? ¿Y si mi canción aún no se ha escrito? ¿Cómo es mi canción?


Mi canción huele a hierba mojada y salitre. Se sabe libre, salvaje, exuberante, polifórmica, indoblegable y rebelde. Surge caprichosa y se despeña en una magnífica cascada de sueños ondulantes.

martes, 15 de julio de 2014

The show goes on. Por Isel Llerena del Castillo

La imagen del Rey de un país, otrora ilusamente rico y ahora en crisis, cazando elefantes provoca una ola de indignación ¡El Rey ha abdicado, viva el Rey! The show goes on.



Doscientas niñas son llevadas por la fuerza de una escuela en Nigeria. Secuestradas, violadas, ultrajadas, vendidas a doce dólares. «Bring Back Our Girls» se escucha por todas partes, líderes políticos, primeras damas, todos quieren aparecer en portada. The show goes on.


“Irak sigue sin poder formar gobierno y los rebeldes avanzan”, se lee en los titulares. Soldados capturados son vejados y asesinados frente a las cámaras. El “nobel de la paz” se apresta para otra cruzada. The show goes on.

El fratricidio en Ucrania, llevado a niveles de delirio, engrosa el bolsillo de los mercaderes de la muerte. Darth Vader se postula para presidente. La caricatura promete devolverle el esplendor a la nación y convertirla en Imperio. Gana las elecciones el Rey del Chocolate. The show goes on.

Por la paz se reza en los jardines del Vaticano. Como si aún la sacrosanta iglesia consiguiera milagros, dádivas de santos, dioses o deidades innombrables. Millones de personas sostienen el aliento y se aferran a su fe. The show goes on.

Palestina duele. El horror de las imágenes de niños destrozados paraliza, desgarra, aterra. La barbarie repetida llegará a ser tomada por normal en un mundo donde la guerra es parte del entretenimiento global. 

Sueño con un mañana sin muros. Donde sea el amor y no el horror el que nos estremezca. Que la sensibilidad humana no permita que estas sean las noticias que nos despierten o nos desvelen. 

Por desgracia, hoy lo único que tengo claro es que The show goes on.

viernes, 16 de mayo de 2014

Desnuda y con sombrilla. Silvio Rodríguez (Video y Letra)



Tú, sentada en una silla,
yo, de pie con expresión de lord.
Tú, desnuda y con sombrilla,
yo, vestido pero con calor.

Tú, con uñas y con dientes,
mirándome de frente
con brillo de matar.
Yo, retrocediendo un poco,
llenándome de un loco
deseo de sangrar.

Tú, besando tus rodillas,
yo, discreto pero sin rubor.
Tú, creando maravillas,
yo, soñándome esquimal sin sol.

Tú, con un ritmo tan lento
buscando un alimento
frotado con alcohol.
Yo, de pronto ensimismado,
mirándote, alelado,
colmada de licor.

Tú, ardiente y sin capilla,
yo, quitándome el sombrero alón.
Tú, dispuesta la vajilla,
yo, al filo de mi pantalón.

Yo, a punto del delirio
extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
Tú, susurrando un misterio
de un no sé qué venéreo,
me das un protector.

Tú… yo… él.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La afrenta del agua. Por Isel Llerena del Castillo

Era una noche de agua y lo olvidé. Me levanté como siempre: dormida. Ya vestida escuché un sonido muy peculiar, de esos que te transportan, te hacen levitar. “El murmullo del agua en la tubería”.

¡El agua, ese líquido vital, se va, se despide!
Tranquila retomé mi ritmo, mi mal ritmo de lunes. En un acto desesperado tomé dos baldes y los coloqué debajo de la llave del agua. La abrí con mucho cuidado para no despeinarme y sonreí. El agua caía dentro del balde como cascada. Su adorable sonido me hechizó, me sedujo, me fue atrayendo. Yo me aproximaba a la salida del agua sonriente, feliz. -Me dará tiempo a llenar mis dos baldes. ¡Qué alegría! Vamos a ver: con uno friego, cocino y me queda un poco para completar. Con el otro voy a bañarme, tal vez pueda, limpiar el piso. Así, mientras el balde se llenaba, mi cerebro soñoliento calculaba los potenciales usos de su contenido. 


De pronto algo cambió. El melódico sonido, se transformó en el estertor de una bestia agonizante. Con ingenuidad, todavía aletargada, me acerqué más. No me lo perdonó, vengativa me escupió y se marchó. 

Con majestuosidad me erguí sobre la afrenta. Sequé mí rostro, ordené como pude el ya irremediable despeinado de mi cabello. Alisé la maltrecha y mojada ropa. Miré mis zapatos con tristeza -se despegan en cuanto huelen el agua- suspiré. 

¿Mencioné que era lunes?